Julia Navarro – La Biblia de Barro
Título: La Biblia de Barro
Autor: Julia Navarro
Editorial: Plaza & Janes Editores
Páginas: 767
Resumen Contraportada:
En Roma, un hombre se confiesa: “Padre, me acuso de que voy a matar a un hombre…”.
Al mismo tiempo Clara Tannenberg, una joven arqueóloga nieta de un poderoso hombre de oscuro pasado, anuncia en el transcurso de un congreso el descubrimiento de unas tablillas que, de ser auténticas, serían la prueba científica de la existencia del patriarca Abraham: se trata de la obra de un escriba que recogió el relato del profeta sobre la creación del mundo, la confusión de las lenguas en Babel y el Diluvio Universal. Una auténtica Biblia de Barro.
Junto a un equipo de arqueólogos, poco antes del inicio de la última guerra del Golfo, Clara pondrá en marcha unas arriesgadas excavaciones que alientan a muchas personas a acabar con su vida y la de su abuelo: desde millonarios traficantes de arte asta cuatro amigos que no desistirán hasta culminar una implacable venganza.
Valoración Desde los Libros: 5/10
Conocía La Biblia de Barro por recomendación de varias personas cercanas, y porque sabía el éxito que está teniendo la autora Julia Navarro en su trayectoria como escritora. Concretamente, una amiga mía me dijo de él que “le mantenía en un sin vivir, que no dejaban de suceder mil cosas que te dejaban boquiabierto”.
Yo no he tenido la suerte de sentir eso al leerlo. ¿Me ha entretenido el libro? Sí. Y sin embargo es la primera vez que me pasa pero desgraciadamente, después de setecientas y pico páginas, volví la última página y al contemplar la hoja en blanco y comprender que ya había leído el final cerré el libro con indiferencia. Digo indiferencia porque en mi interior no sentí nada. No sentí el vacío que te deja un buen libro. Tan solo pensé: “ah, vale”.
Quiero ser justa, la Biblia de Barro como cualquier obra terminada con argumento histórico es algo de admirar y que siempre va a entretener. Y a su favor debo decir que si el lector no es exigente le gustará muchísimo y le dejará la sensación de “éxito” que describen en la contraportada. También reconozco que los personajes (si hago caso omiso a los fallos que tienen) me atraparon, y produjeron en mí una curiosidad enorme por saber qué sería de ellos, cuál sería su destino. Y aquí es donde admiro a Julia Navarro porque en ese sentido demuestra el valioso poder que tienen todos los escritores en sus manos, en su pluma o en su teclado de ordenador: el poder de que ella, y sólo ella puede decidir el destino de sus personajes.
Pero quisiera plantear algunas cuestiones que me han inquietado, y que han hecho que esta novela no deje una huella en mí, que no me la haya creído y que la haya terminado con incredulidad. Porque por lo general lo que se busca en una novela es que la historia parezca real, que te la puedas creer. Y para eso tiene que sonar realista dentro del marco de ficción en el que transcurra.
A partir de aquí puede haber *SPOILERS*
1. Los personajes: He mencionado antes los fallos que tienen los personajes. Puede que sea error de edición, o error de escritura, pero en varias ocasiones me he encontrado faltas gramaticales o de sintaxis que me hacían pensar que quizás era una licencia para demostrar la ignorancia de algún personaje analfabeto. Pero no, curiosamente una de esas veces la que habla es una señora de setenta años, hecha a sí misma, culta y propietaria de una constructora. Así que quizás son errores de escritura, pero me choca que no se corrigiesen al editarlo.
Por otra parte los personajes no se sostienen. No están correctamente definidos. Un ejemplo es el marido de la arqueóloga, Clara Tannenberg, que nos lo presentan durante tres cuartas partes del libro como alguien guapo, alto, delgado, seguro, apasionado por la arqueología, director del departamento de excavaciones en el Ministerio de Cultura de Irak (no es moco de pavo), que habla con dureza cuando tiene que hacerlo y que sabe comportarse en toda situación. Pero de repente hacia el final ocurre un incidente al que se supone está más que acostumbrado y pierde los papeles absurdamente. Nos lo presentan ojeroso, hundido, con miedo y bebiendo whiskey. ¿De verdad?
2. Otro punto que hace que la obra no me haya resultado creíble son los “monólogos” que sueltan los personajes sin venir a cuento. Está claro que la intención es informar al lector, pero en una conversación en la que sabemos que todos los personajes están al tanto, un discurso en el que expliquen lo ocurrido durante diez años o una misión que llevan meses trabajando, o la inclinación política de su madre al colega de toda la vida, son datos que los debería dar el narrador omnisciente. Porque lo único que pensaba al leer semejantes discursos era que si yo fuese uno de los oyentes en ese mismo instante le daría una colleja y le diría “¡Pesado! ¿A qué vienes ahora con eso?” Es más, me hizo gracia porque en una de estas ocasiones incluso la respuesta de uno de los personajes al monólogo correspondiente es “En cualquier caso, y…”. En cualquier caso es el equivalente a “Cambiemos de tema que éste se ha ido por las ramas”.
Un dato curioso es que mi madre está leyendo “Dime quién soy” de la misma autora y sin yo decirle nada me expuso esta misma impresión de personajes “pesados y monologuistas“.
A veces no es un pecado tirar de narrador omnisciente.
3. Respecto a la estructura de la novela, yo me confieso fan de las novelas en las que cada capítulo corresponde a una historia diferente que luego se enlazan; pero una vez más, aquí no me ha resultado realista. En una ocasión, por ejemplo, envían a un asesino a sueldo a Irak para matar inmediatamente a una persona. En el siguiente capítulo estamos con otro personaje, luego con otro, etcétera hasta que pasan seis meses de excavaciones y volvemos a encontrarnos con el asesino. Y te preguntas ¿Todavía no le ha matado? ¿Qué ha hecho esos seis meses? ¿Ha estado en pausa? ¿De verdad un especialista como él no ha encontrado el momento? Y así con mil ejemplos más.
4. Y quizás mi última inquietud ha sido el precipitado desenlace. Al rededor de la página 660 empieza una brusca consecución de capítulos para intentar explicar todos los cabos sueltos. Y todo se desarrolla demasiado rápido, demasiado obvio y demasiado convenientemente. Da la impresión de que se intentan tocar varios acontecimientos históricos y para que tenga sentido se enlazan con calzador.
Ejemplo: (pg. 653)
Hemos leído unas cincuenta páginas de la cruel historia nazi de uno de los protagonistas en los que no han hablado de las tablillas de barro en ningún momento más que para narrar cuándo las descubrieron. A partir de ahí leemos su vida en Alemania, su lealtad a Hitler, su sueño de que Alemania sea una y grande, todo tipo de barbaridades sobre los judíos del campo de concentración y lo mucho que le divierten esos experimentos. Pero Hitler va a caer, y nuestro protagonista tiene una conversación con sus amigos para huir de Alemania. Cuando se preguntan a qué se dedicaran, el protagonista dice esto:
“Tranquilo, no seremos visibles, recuerda que dentro de unos días ya seremos otros; además, siempre habrá gente que nos sirva de pantalla. No os lo he dicho, pero mi único sueño es hacerme con esas tablillas… ¡Dios, lo que daría por encontrarlas!”
Permitidme esta libertad de reacción a lo leído: “¡¡¡Jajajajajajajajaajajajaajajajajaaja!!!”
Y ahora poniéndonos serios: qué conveniente, ¿verdad? Justo ahora se acuerda de las tablillas pero ¡ojo! ¡Es su único sueño! Ni ganar la guerra, ni Alemania, ni las SS ni nada: las tablillas que no ha mencionado en toda su vida. Y por si acaso el lector no se traga esta justificación tan conveniente metida con calzador en la historia, uno de sus compañeros dice lo siguiente:
“Vosotros no le habéis tenido que aguantar estos años a cuenta de las tablillas de Jarán – se quejó Heinrich -, pero no ha habido día en que no haya dejado de hablarme de ellas, ¡está obsesionado!
Reacción 1 de mi yo interior: ¡MENTIRA! ¡No te ha hablado de ellas ni para sacar conversación en el ascensor!
Reacción 2 de mi yo interior: No, ellos no le han tenido que aguantar estos años a cuenta de las tablillas, ¡ni tampoco el pobre y humilde lector que se ha leído toda su vida!
Así que, aunque en un principio creí que tenía en mis manos un tesoro, me he llevado una decepción. Desde los Libros pido alguna otra opinión por si estoy equivocada y así me animo a descubrir otra novela de la autora.
Recomendado:
– si no eres un lector exigente, es una novela que te entretendrá seguro.
– para vacaciones